miércoles, 18 de marzo de 2009

Ernesto Verdera, el Mantenimiento y el Tarot

Deben de quedar ya muy pocos en activo que recuerden a Ernesto Verdera i Tomás.

Para los que no le conocieron diré que fue el primero en proponer la creación de una entidad relacionada con el mantenimiento en España. Una idea que lanzó en un encuentro de responsables en la especialidad, reunidos en el Princesa Sofía, debatiendo algunos aspectos, en la época prioritarios, y hoy quizás trasnochados por prehistóricos, sobre técnicas y gestión del mantenimiento. Era el año 1975

Por descontado formó parte de la Junta Directiva de la Asociación Española de Mantenimiento hasta su prematura muerte, que a los demás, nos dejó huérfanos de su divertida forma de entender la vida en todos sus aspectos .Ya contaré otro día.

¿Y que tiene que ver todo ello con el Tarot?

En aquella época, era además, profesor de la Escuela Superior de la Marina Civil. Allí pronunció su tesis doctoral sobre mantenimiento, con gran esfuerzo, ya que su enfermedad estaba ya en fase muy avanzada.

Persona muy crítica y exigente con él mismo y con los demás, era en general conocido como el “Profesor Verdera”.

No recuerdo el año, ni el lugar, tan solo que se trataba de una de tantas jornadas sobre mantenimiento predictivo. Una de las ponencias tuvo mucho de comercial y escaso interés técnico, ya que poco o casi nada nuevo aportó.

Y vino el descanso.

Yo estaba allí, organizando y atendiendo como en tantas y tantas ocasiones...¿el lavabo?....al fondo a mano izquierda.
Ernesto Verdera estaba conmigo.
El ponente, de aspecto lechuguino, se nos acercó y preguntó:
¿Qué le ha parecido mi conferencia “Profesor” Verdera?

Bueno,...bien...pero....no sé.... yo le cambiaría el título. Verdera, por conspicuo, era educado, y prudente..

¿Y que título le pondría?.......“Al Mantenimiento por el Tarot”, contestó.

Y sonrió como siempre. Aquella sonrisa con deje irónico, que en realidad era consecuencia de una hemiplejía facial acaecida muchos años antes.


Yo, personalmente, además de mentar a menudo la anécdota para criticar a tanto necio chamarilero, que los hay, prediciendo con absoluta normalidad sobre equipos que no conocen, y sin sentido común, pensé que un “Tarot” me podía ser útil.


En una calle que desemboca en la plaza con más entidad política de Barcelona, había y quizás sigue habiendo, una tienda especializada en cartas. Allí escogí una baraja del Tarot de pequeño tamaño, leí unas instrucciones que no recuerdo, porque no las entendí, y me acostumbré a llevarla en un bolsillo de la americana.

Pasó un tiempo, y llegó la oportunidad de poderlo utilizar.

Se había producido una fallo importante en un equipo rotativo. Por descontado en una empresa multinacional. La parada de producción era absoluta.

Llegué a la sala de reuniones, sin traba alguna. Allí me esperaba todo el estamento de mantenimiento y producción.
Empezaron a contarme lo que había sucedido o había podido suceder. Cada uno opinaba de forma diferente a los demás. Para unos la cosa podía ser muy simple. Para los agoreros, era un desastre. Y tenían razón.
Y mientras les escuchaba apareció el “Gran Jefe”,y sin soltar la mano del pomo de la puerta me espetó.....

¿cuándo estará en marcha el equipo?

Yo, ni tan solo había visto la máquina, por descontado, y primero había que desmontar, abrir, ver daños, analizar el fallo,...

Ligeramente abrumado saqué el pequeño Tarot de mi bolsillo y extendí torpemente las cartas sobre la mesa. El me miró un instante, cercenó con la mirada el aire de la sala y dijo; haga lo que sea preciso y lo más pronto posible.....!Valga lo que valga¡.
Y tal como había entrado, desapareció. Creo que, la evidencia, le molestó.

Siempre que asisto a una reunión después de un desastre, llevo mi pequeño “Tarot”

Y yo, se lo recomiendo a todos los que están en este oficio, dentro o fuera, ya que siempre hay un “Gran Jefe” preguntando lo mismo. Aquél se lo regalé a mi amigo Alberto Jiménez.

Al final el caso se resuelve, y aparece el economicida de turno.
Arribista él, afectado antaño por la estafa del tocomocho, te pide explicaciones del porque ha costado tanto, una cifra del todo cabal, y te aconseja que colabores, al objeto de minimizar el impacto sobre los presupuestos, que por cierto aquél año, y hogaño también, han sufrido un importante recorte. Es ya una costumbre atávica.



Una ligera amenaza y uno accede. De lo contrario se te excomulga.
Y así, en un concubinato obligado, el poco margen se queda en calderilla.
El esfuerzo realizado ya es historia.
El “quid pro quo” es una falacia.

Y uno se vuelve saltimbanqui, aprendiz del tarot, funámbulo de los números, y además, “colaboracionista”

Y no queda más que entonar el “kirieleison”, canto de los entierros y oficio de difuntos.

Y yo sigo esperando la revolución de los técnicos.



Salvador Carreras
Sant Just Desvern, Marzo 2007

1 comentario:

  1. ¿Que es exactamente la revolución de los técnicos? Quizás una revolución en estos momentos, sin apoyos económicos y en un pais donde esta empezando a dejar funcionar lo más básico, es decir, el sentido común, seria para muchos técnicos como barnizar su propio ataud. ¿No cree?
    X. Frutos

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